viernes, 30 de octubre de 2009
jueves, 29 de octubre de 2009
domingo, 25 de octubre de 2009
miércoles, 21 de octubre de 2009
martes, 20 de octubre de 2009
Magritte "The Lovers"
Julio Cortazar
¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.
Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.
Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.
Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.
lunes, 19 de octubre de 2009
"Te escucho como un árbol a su lluvia".
Tu voz y tus relatos me descubren
hálitos de un pasado que regresa
como ondas que atraviesan la acequia.
En las palabras tuyas, la memoria
del asombro infantil ante las pinzas
del arisco alacrán, tantos paseos
a la sombra solar de las palmeras,
la jofaina, los dátiles, el mimbre,
el plácido fastidio de la siesta
o el perfume de la alta madreselva.
Tus primos, las muchachas, los mayores
bajo la luna hablando, el embeleso,
los sueños de tus noches de verano...
Te escucho como un árbol a su lluvia.
Hablas de ti y me nombras sin saberlo.
Antonio Rivero Taravillo.
viernes, 16 de octubre de 2009
jueves, 15 de octubre de 2009
Quiso atrapar sus colores, inocente niña, sin saber que sacrificando su efímera vida, no conseguiría ver sus dibujos en el aire. El material del que estaban hechos sólo podía ser levemente rozado por el aire, tan deleznable, que ni sus manitas de princesa lo soportaban.
¿Cómo apropiarse de aquellos colores y sus texturas?.Sólo quería su belleza, no sus vidas; eso lo supo mucho más tarde. Hasta ese momento practicó una indiscriminada cacería que almacenó en un libro gordo, el más gordo de todos. Un cuerpecillo de grandes y hermosas alas desplegadas en un entredós de hojas. Lo llenó todo y se puso como un acordeón. ¡Ya eran suyos! Podría verlos cuando quisiera, incluso a escondidas en la noche con una linterna.
Pero, ¿y sus dibujos?... Esos estaban en su cabecita ¡tantas veces los había observado!
Con el paso del tiempo y la paulatina pérdida de la inocencia, aquel acordeón del pasado, trastocó al abrirlo en un leve polvillo de distintos colores que se mezcló con el aire; sólo eso.
Unas lágrimas asomaron a sus ojos y lamieron sus mejillas. Un trozo de su vida quedó atrapado y hecho polvo en aquel libro, un tiempo que ya no volvería y que, sin embargo, evocaría tantas veces durante su vida adulta.
La metáfora de su propia vida, en sus comienzos y desde la inocencia.