lunes, 21 de noviembre de 2011



Imagen que mejor describe la encrucijada en la que se halla mi querido padre.

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viernes, 26 de agosto de 2011



Tantos piratas viven en el aire,
tantos corsarios de la juventud:
la patente de corso del pasado
nos saquea las hojas del presente,
profanada la fronda del jardín.
Vientos de fronda, brisa del balcón,
el vendaval de escotes, pelucas y violines.
así el pasado es sólo su representación
o ciclorama, pero en el presente
vemos interpretarse ya el ayer:
actores del balcón, beau clown, caléndulas
en una pasarela jaspeada:
pasan arrebatados por el aire
los alamares de la juventud.
Pasan, y no sabríamos rozarlos:
el ánsar al volar no se confunde
con la corchetería de su vuelo,
con el rastro de luz, casi un rasguño,
con la flor que en el pecho más nos duele.

Pere Gimferrer.

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miércoles, 24 de agosto de 2011



El Instante.

¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?

El presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj. El año
no es menos vano que la vana historia.

Entre el alba y la noche hay un abismo
de agonías, de luces, de cuidados;
el rostro que se mira en los gastados

espejos de la noche no es el mismo.
El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.

Jorge Luis Borges.

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miércoles, 17 de agosto de 2011

Antípodas.



Algunas personas se alejaron por un tiempo, pero volverán.

domingo, 10 de julio de 2011

Yerka.



Pequeñas burbujas alojadas en la memoria explotan y expanden sus aromas contagiando el mundo que nos rodea, recreando un tiempo ya pasado tan real como el mundo real.

lunes, 27 de junio de 2011

Picasso.



Estrategia del débil.

Infracción del ocelo: anillo signatario del terror. Redonda como el orden, la mancha reproduce una concéntrica amenaza, convoca esa furtiva espiral de lo inmóvil que ornamenta el espanto. Ojo desorbitado que mira a ningún sitio, ciego como el estático poderío de un vórtice. El círculo que anuda, que genera en su centro el centro enmascarado del peligro: ese perjurio tácito del débil al que recurre a veces la naturaleza para impartir justicia.

José Manuel Caballero Bonald.

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miércoles, 1 de junio de 2011

Leonard Cohen.Bird on the Wire. London. 2008



Bird on a Wire.

Como un pájaro en un cable
como un borracho en un coro a medianoche
he intentado a mi manera ser libre.

Como un gusano en un anzuelo,
como un caballero de un libro pasado de moda
he salvado todos mis lazos para ti.

Si he sido poco amable
espero que puedas dejarlo pasar.
Si he sido insincero espero que sepas
que nunca fue contigo.

Como un niño aún no nacido
como una bestia con su cuerno
he destrozado a todo aquel que se acercó a mí.
Pero por esta canción
y por todo lo que he hecho mal
que lo reharé para ti.

Vi a un mendigo apoyado en su muleta de madera
que me dijo: No debes pedir tanto
Y a una bella mujer apoyada en el quicio oscuro de su puerta que me gritó: Oye, por qué no pides más?

Leonard Cohen.

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sábado, 28 de mayo de 2011



Peces de ciudad.

Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d´Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,

pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad


que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

Joaquín Sabina.

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domingo, 22 de mayo de 2011



Cinematógrafo.

Un amago de lluvia, por ejemplo,
la tutelar techumbre
del doméstico otoño, el vaho
del salitre arrastrándose
por los lentos balaustres
de la noche, la tórrida humedad
de las cántaras, todo
cuanto en principio sobrevive
atestiguado por la persistencia
de imágenes sin nombre, me confina
en un cerco de dudas
contiguo al estupor y apenas
si puedo imaginarme desde cuándo
amo una historia que jamás viví.

J.M. Caballero Bonald.

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viernes, 13 de mayo de 2011

Millet.



Salvador Dalí:
“Reminiscencia Arqueológica de El Angelus de Millet”.
” -El que yo no sepa cuál es el significado de mi arte, no significa que no lo tenga”.- (Salvador Dalí).

Cuando Salvador Dalí vió por primera vez el cuadro El Angelus del pintor francés Millet, se vió invadido por una sensación extraña. En la imagen de la obra de Millet se aprecia una pareja de campesinos en actitud respetuosa, podría decirse que orando. En el suelo, al lado del campesino una horca clavada y en medio de ambos, un saco de patatas. Algo tan en principio, inocente, despertó la paranoia de Dalí, al punto de obsesionarse con el cuadro. Él veía más cosas en la imagen, cosas que nadie veía. Cierto o no que Dalí veía más cosas en el cuadro, la verdad es que analizado el lienzo con rayos X, se podía apreciar la presencia de un ataúd infantil debajo del saco de patatas. Este extremo lo había confirmado Dalí mediante conversaciones con un amigo de Millet. Según este amigo, el pintor francés había tapado el ataúd porque se había enterado que eso no sería del gusto de las nuevas modas parisinas. Acertó de lleno al cambiarlo como se vio, ya que la imagen pasó a decorar gran parte de los hogares franceses, pero escondió sus verdaderas intenciones, las de representar la muerte de un niño, el hijo de dos campesinos, enterrado en el campo sin más noticias para el resto del mundo que la presencia de sus padres. A partir de ese momento El Angelus se convirtió en el objeto fundamental para el desarrollo de su método paranoico-crítico, e iría apareciendo a lo largo de su obra, especialmente en los años 30.

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sábado, 7 de mayo de 2011



No nos pidas la palabra que escudriñe por cada lado
nuestro informe ánimo, y con letras de fuego
lo declare y resplandezca como un azafrán
perdido en medio de un polvoriento prado.
¡Ah el hombre que seguro marcha,
amigo de los demás y de sí mismo,
y no cuida de su sombra que la canícula
imprime sobre su desconchado muro!
No nos exijas la fórmula que pueda abrirte mundos,
pero sí alguna sílaba seca y torcida como una rama.
Sólo eso podemos hoy decirte,
lo que no somos y lo que no queremos.

Eugenio Montale.

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jueves, 21 de abril de 2011

En Málaga.




Son días de tradiciones y exhibición de imaginería bellísima en muchos casos.

miércoles, 13 de abril de 2011

Francesca Woodman.



Coartada.

La luz prensil de los espejos
atrapa a quien se mira.
Al fondo
pululan turbios flecos, marcas
opacas, falsos
indicios de la realidad,
la lenta lepra oscura del azogue.
Todo es ya su reflejo.
¿Quién
se hizo pasar por quién?
Cómplice de sí mismo,
el que se mira inculpa a quien lo observa.

José Manuel Caballero Bonald.

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sábado, 2 de abril de 2011



Adiós. Hasta otra vez o nunca.

Adiós. Hasta otra vez o nunca.
Quién sabe qué será,
y en qué lugar de niebla.
Si habremos de tocarnos para reconocernos.
Si sabremos besarnos por falta de tristeza.
Todo lo llevas con tu cuerpo.
Todo lo llevas.
Me dejas naufragando en esta nada
inmensa.
Cómo desaparece el monte
-me dejas…-,
se hunde el río
-…en esta…-,
se desintegra la ciudad.

Despiertas...

Ángel González.

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lunes, 28 de marzo de 2011



Soledad.

La soledad es igual que una lluvia.
Sube del mar, enfrente de las tardes;
de llanos, que están lejos y remotos
marcha hasta el cielo, que la tiene siempre.
Y desde el cielo cae a la ciudad.
La lluvia cae en las horas intermedias,
cuando tuercen al día las callejas
y los cuerpos, que no han hallado nada,
se separan, desengañados, tristes,
y cuando las personas que se odian
deben dormir en una misma cama.
La soledad va entonces con los ríos...

Rainer María Rilke.

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jueves, 24 de marzo de 2011

Giovanni Boldini.



En la caja del aire va el telón encendido,
la mirada Art déco, Jean-Michel Frank;
viene el maestresala de la luz,
un vuelo de libélulas caídas
en los esbozos del amanecer:
por una cacería de jardines
el podestá en la loma de Ferrara
se desconcierta en la nocturnidad:
el sofá de Boldini, la Casati
y su hipnótico zoo de oro y rocalla:
somos los jardineros del ayer,
pero también somos los argonautas
(qui conquit la toison), en el cenáculo
de las agorerías vueltas sombra,
en las sombras chinescas del vivir,
como el teatro en Lady from Shangai.
Todo lo que vivía va conmigo,
contigo va lo que viviste tú,
pero un puño de párpados de rosa
en una noche de luz arrecida
es lo vivido por los dos, alfombra
para una Scherezade arcoirisada
en un Bagdad con borceguí de llamas
como la noche de París que vió Proust,
en alarmas nocturnas, Gosse Bertha,
turbantes en las máscaras de frac.
A cuestas en la noche de colgantes,
llevamos nuestra ofrenda: todo el ser.
Por la turbina de los bueyes mudos
el crepúsculo cae, y nos enseña,
en el desistimiento del vivir,
la insistencia en vivir que tiene el día,
lo indesistido del amor que vive:
cara a cara nos vemos en la noche filmada,
Day for Night, aporías del espejo,
porque el amor es un espejear,
la posesión del cuerpo en sus imágenes,
imagineros de la posesión,
la posesión de la verdad de ambos:
somos protagonistas del fulgor.

Pere Gimferrer.


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jueves, 17 de marzo de 2011



[...]
El mar que ha traicionado a innumerables marineros
Se tragó mis fuertes gritos como dioses ahogados
Y el mar al sol no soporta más que la sombra
Que proyectan los pájaros de alas desplegadas
[...]

Guillaume Apollinaire.

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miércoles, 9 de marzo de 2011

Gustav Klimt.



Luz genital.

Refractario, luminoso recipiente del que rezuma el almidón del alba, aún embadurnado de las mucosidades furtivas de la noche. Allí se deposita el rastro vergonzante que dejan en lo oscuro los cuerpos después de haberse amado. No te acerques: aguarda un poco más, vigila esa incipiente maraña de la luz hasta que el impudor compute la intensidad de tu deseo. Recuerda mientras tanto la historia que no has vivido todavía.

J.M. Caballero Bonald.

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martes, 8 de marzo de 2011

Picasso.



Seguimos responsabilizándonos del cuidado de la familia,del hogar,etc...del trabajo sin remuneración en la casa y le añadimos el trabajo fuera de ella con rebaja en la nómina.

LEYES HECHAS POR HOMBRES Y PARA HOMBRES. ESO HAY QUE CAMBIARLO.


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sábado, 5 de marzo de 2011



En el Teatro. (marzo de 1904)

Me aburría contemplar la escena,
y alcé los ojos hacia los palcos.
Y en uno de ellos te vi
con aquella extraña belleza tuya, tu corrompida juventud.
Volvió a mi mente cuanto había oído
hablar de ti,
y mi pensamiento y mi cuerpo se conmovieron.
Y mientras una y otra vez contemplaba fascinado
esa frágil belleza, tu frágil juventud,
la buscaba a través de tu ropa,
te imaginaba y te idealizaba,
lleno de cuanto había oído contar de ti.

Konstantino Kavafis.

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miércoles, 2 de marzo de 2011

Moebius.



A modo de recompensa.

Oigo a veces, en sigilosas noches
otoñales, una oblicua graduación de bramidos
proveniente de Argónida.
Es como un rastro
agreste de hermosura y pavor, como una súbita
concentración de alimañas que bullen
en sus madrigueras y surcan cada día
los áureos aposentos litorales.
No sé a qué confidencias remiten esas voces,
pero, juntas, atañen a mi vida.
Llegan
hasta el vértice neto de los sueños
y allí transmiten sus informaciones
a quien procede del insomnio y sabe
que siempre y sin remedio
oirá hablar a la noche en medio de la noche.

José Manuel Caballero Bonald.

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sábado, 26 de febrero de 2011



La pena del amor.

Gorriones del lado que alborotan,
luna brillante y cielos infinitos,
y esa famosa armonía de las hojas
borraban a los hombres con sus gritos.
Floreció una mujer de labios colorados
que era el duelo del mundo en su grandeza,
como Ulises y sus barcos condenados
y Príamo muerto con toda su nobleza.
Surgió, y los clamores que alborotan,
la luna que atraviesa vacíos infinitos,
todos aquellos lamentos de la hojas
componen la figura del hombre y de sus gritos.

William Butler Yeats.

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sábado, 19 de febrero de 2011

Igor Amelkovich.



Toda existencia se descifra en sueños,
como en clave de sol la partitura,
como Virgilio late en el hipérbaton,
susurrador, o duro como el bronce:
avejentado como un caimán rojo,
remontaré el pasillo de la ciénaga;
me llevará el jinete de Capaccio
a la plaza de losas de la villa,
como el dragón que capitula al hierro
o el caballero vive en el dragón:
yo interrogo al fulgor combado de tus nalgas,
signo de algo más allá de ti
y más allá de mí, no revelado
a la mano, a los labios, a los dientes,
arrebolado o cálido o blanquísimo,
no entregado en sus husos de blancura,
enigma combo de la suavidad,
espina comba de la caridad,
el sacramento de la comunión:
comulgar con tus nalgas es vivir
en las acometidas del rocío,
en los arrayanes de la luz.
La naranja del viento desollado
en la terraza del palidecer,
cuando amanece pero no es de día,
nos descubre en la pala de la noche
como si no pudiéramos morir:
no podemos morir en este instante
de pechinas y sábanas lacradas
en el correo del alborear:
el alba rompe como en la escollera
romperá el mar la copa de su raso,
el plumón desgarrado por la luz:
no podría quejarme de morir
si muriera en el vientre de tu espuma,
cuando el viento del alba es un paypay.

Pere Gimferrer.

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viernes, 11 de febrero de 2011

Man Ray.



El Sueño del Rey.

-Ahora está soñando. ¿Con quién sueña? ¿Lo sabes?
-Nadie lo sabe.
-Sueña contigo. Y si dejara de soñar, ¿qué sería de ti?
-No lo sé.
-Desaparecerías. Eres una figura de su sueño. Si se despertara ese Rey te apagarías como una vela.

Lewis Carroll.

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Y si realmente sólo somos el sueño de alguien...

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domingo, 6 de febrero de 2011



[...]
-La poesía
toda-
es un viaje a lo desconocido.
La poesía
es como la extracción del radio.
Un gramo de producto
por un año de trabajos.
Por una palabra
transformas
miles de toneladas
de mineral verbal.
Pero, ¡qué abrasador
es el calor de esas palabras
comparadas
con el chisporroteo
de la palabra cruda!
Esas palabras
mueven
millones de corazones
durante milenios.
Claro,
hay poetas de calidad distinta.
Algún poeta
con destreza de manos
saca
como el malabarista
el verso de la boca,
de la propia
y de la ajena.
[...]


Vladimir Maiakovski.

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viernes, 4 de febrero de 2011

Begoña Luaces.



El porqué de las palabras.

No tuve amor a las palabras;
si las usé con desnudez, si sufrí en esa busca,
fue por necesidad de no perder la vida,
y envejecer con algo de memoria
y alguna claridad.

Así uní las palabras para quemar la noche,
hacer un falso día hermoso,
y pude conocer que era la soledad el centro de este mundo.
Y sólo atesoré miseria,
suspendido el placer para experimentar una desdicha nueva,
besé en todos los labios posada la ceniza,
y fui capaz de amar la cobardía porque era fiel y era digna
del hombre.

Hay en mi tosca taza un divino licor
que apuro y que renuevo;
desasosiega, y es
remordimiento;
tengo por concubina a la virtud.
No tuve amor a las palabras,
¿cómo tener amor a vagos signos
cuyo desvelamiento era tan sólo
despertar la piedad del hombre para consigo mismo?

En el aprendizaje del oficio se logran resultados:
llegué a saber que era idéntico el peso del acto que resulta de
lenta reflexión y el gratuito,
y es fácil desprenderse de la vida, o no estimarla,
pues es en la desdicha tan valiosa como en la misma dicha.

Debí amar las palabras;
por ellas comparé, con cualquier dimensión del mundo externo:
el mar, el firmamento,
un goce o un dolor que al instante morían;
y en ellas alcancé la raíz tenebrosa de la vida.
Cree el hombre que nada es superior al hombre mismo:
ni la mayor miseria, ni la mayor grandeza de los mundos,
pues todo lo contiene su deseo.

Las palabras separan de las cosas
la luz que cae en ellas y la cáscara extinta,
y recogen los velos de la sombra
en la noche y los huecos;
mas no supieron separar la lágrima y la risa,
pues eran una sola verdad,
y valieron igual sonrisa, indiferencia.
Todo son gestos, muertes, son residuos.

Mirad al sigiloso ladrón de las palabras,
repta en la noche fosca,
abre su boca seca, y está mudo.

Francisco Brines.

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sábado, 29 de enero de 2011



El puente de hierro.

Siempre hay, al final de una calle larga
por la que yo iba de pequeño, un estanque de aceite,
un rectángulo de pesada muerte bajo el cielo negro.
Desde entonces la poesía
ha separado sus aguas de las otras aguas,
ninguna belleza ningún color la retienen,
se angustia por el hierro y por la oscuridad.
Alimenta un dolor
largo de orilla muerta, un puente de hierro
tendido hacia la otra orilla aún más nocturna
es su única memoria y su único amor verdadero.

Yves Bonnefoy.

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lunes, 24 de enero de 2011



A esa lumbre que sangra y que ilumina
que culmine la llama que desgreña
siempre ese viento de inquietud divina.

Que en la cansada hoguera que declina
vuelvan a andar las llamas a la greña.
Que alcance gran altura esta pequeña
cosecha si en cenizas nos germina.

Que no quede lumbre sin latido.
Si desfallece no le deis sosiego
hasta que vuelva a oírse su gemido.

Que guarde bien el corazón su fuego
y, si se enfría, un nuevo viento influya
para que sangre de ceniza fluya.


Agustín Millares Sall.

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miércoles, 19 de enero de 2011



En memoria de W. B. Yeats.
(m. en Enero de 1939)

I
Desapareció en medio del invierno:
helados los arroyos, casi vacíos los aeropuertos,
la nieve desfiguraba las estatuas públicas
y el mercurio se hundía en la boca del día agonizante.
Los medios que tenemos coinciden
en que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.
Lejos de su enfermedad,
los lobos recorrían los bosques de coníferas,
no tentaban al río campesino los muelles elegantes;
el dolor de la voces ocultó
la muerte del poeta a sus poemas.
Pero para él fue su última tarde como él mismo,
una tarde de enfermeras y rumores;
se rebelaron las provincias de su cuerpo,
se quedaban vacías las plazas de su mente,
el silencio invadía las afueras,
le falló la corriente a su sentir y él se convirtió en sus admiradores.
Ahora se reparte en cien ciudades,
destinado del todo hacia el cariño anónimo,
a ser feliz en bosques de otro tipo
a ser condenado por un código extranjero de conciencia.
Las palabras del hombre que ya ha muerto
se alteran en la entraña de los vivos.
Pero entre la importancia y el ruido de mañana,
cuando en la Bolsa griten como bestias
y sufra el pobre los padecimientos a que está honradamente acostumbrado,
y cada cual en la celda de sí mismo esté casi seguro de su libertad,
unos cuantos miles pensarán en este día
como se piensa en el día que uno hizo algo un poco raro.
Los medios que tenemos coinciden
en que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.

II
Fuiste tonto como nosotros; sobrevivió tu don
a todo: a la parroquia de las ricas, al declive del cuerpo,
a ti mismo. Te hirió con la poesía la loca Irlanda
e Irlanda sigue aún con su locura y su clima,
pues la poesía no hace que ocurra nada: sobrevive
en el valle donde nace, donde ningún ejecutivo
querría jamás llegar; fluye hacia el Sur
desde ranchos de aislamiento y desde activas penas,
crudas ciudades en que creer y morir. Sobrevive eso,
una boca y un modo de suceder las cosas.

V. H. Auden.

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martes, 18 de enero de 2011



Correspondencias.

La Creación es un templo de pilares vivientes
que a veces salir dejan sus palabras confusas;
el hombre la atraviesa entre bosques de símbolos
que le contemplan con miradas familiares.
Como los largos ecos que de lejos se mezclan
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la luz, como la noche vasta,
se responden sonidos, colores y perfumes.
Hay perfumes tan frescos como carnes de niños,
dulces tal los oboes, verdes tal las praderas
y hay otros, corrompidos, ricos y triunfantes,
que tienen la expansión de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes de sentidos y espíritu.

Charles Baudelaire.

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viernes, 14 de enero de 2011

Francis Bacon.



Hombre Esperando.

El hombre se acuesta
con sus mudas palabras
trepándole por la boca.
Hay miedo en esas palabras
miedo en esa lengua
miedo en la espalda enterrándose
entre las vaciedades de la sábana
miedo en el cuerpo que no encuentra
ahora la suave sombra carnal
que lo sustente
miedo en los relojes
que se gastan
miedo en el grito que sólamente
las orejas del hombre
pueden escuchar.
El hombre espera con sus huesos sólamente
y un silencio oscurísimo
fluye sin prisa
por todos los teléfonos.

Saúl Ibargoyen.

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domingo, 9 de enero de 2011



Ver la luz.

El solsticio de invierno marca el final de la larga noche en el hemisferio norte, un suceso astronómico que se ha incorporado a la cultura universal y también a la intimidad de cada persona. Seguramente el hombre del paleolítico ya se dio cuenta de que en mitad del frío boreal, de pronto el sol comenzaba a crecer y la luz del día se dilataba con una cadencia precisa. Hubo un mago con cuernos de bisonte en la frente que propuso a la tribu bailar al son de los tambores para celebrarlo. Esta fiesta en homenaje al sol que nace ha seguido a lo largo de la historia, pero desde el paleolítico la humanidad se divide en dos: unos que descubren esa nueva luz en todas partes, la incorporan a su espíritu y la proyectan sobre los demás; otros que lo ven todo negro y transmiten su propia oscuridad alrededor e incluso en pleno agosto, con todas las chicharras hirviendo, no son capaces de quitarse el invierno de encima. Esta dicotomía del alma puede aplicarse a cualquier tipo de personas, políticos, economistas, obispos, intelectuales y sociólogos, que conforman la opinión pública y también a camareros, taxistas, carteros y cajeras de supermercado, el espeso caldo humano que uno se ve obligado a navegar. Hay sujetos con barba por dentro que con sólo abrir la boca ya te han amargado el día. Cualquiera puede oírlos en el Parlamento, en las tertulias de televisión, en la barra del bar, en los despachos y oficinas. Sólo hallan inspiración en las catástrofes reales o imaginarias que se avecinan y como los antiguos profetas se refocilan con sumo placer si el mal que anuncian se cumple. En cambio otros incorporan la naturaleza a la vida con el ciclo de los astros y no pueden evitar un grado de felicidad al saber que el sol irá mordiendo la oscuridad, despertará inevitablemente la savia en los troncos de los árboles y ese acontecimiento de la luz rotará tanto en las esferas celestes como en su propio futuro. En este tiempo de disciplinantes aciagos, para salvarse hay que elegir entre aquellos que al ver una flores siempre piensan en un féretro y los que son capaces de matar con tal de que nadie les estropee el desayuno.Para vivir hay que demostrar primero que uno no está muerto por dentro. Esa es la única moral.

Manuel Vicent. EL PAÍS. 9.01.2011

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miércoles, 5 de enero de 2011



Y esta noche, como manda la tradición, hay que poner los zapatos bien relucientes en el salón junto a la chimenea o en su defecto junto a la ventana, dormirse pronto y despertarse también pronto; acudir allí donde quedaron los zapatos la noche anterior y... ¡oh sorpresa! tengo todo lo que pedí aquí junto a mis zapatos.

Les deseo a todos unos RR.MM. felices y generosos en aquello que cada uno más necesite.

sábado, 1 de enero de 2011



Profana Plegaria.

Quiero estrenar Lunas redondas preñadas de ilusiones.

Te suplico que no me dejes caer largo tiempo en tu fría y oscura cara oculta.

Déjame que los Soles incandescentes calienten mi cuerpo (a cambio, su cegadora luz compensará tu frío rostro)

Guíame en la oscuridad.

Ilumíname los caminos y permíteme ver en los recodos sombríos tu luz.

Ensancha mi corazón cuando te mire.

Extiende estas súplicas hasta quienes están en mi corazón.

Amén.


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