domingo, 22 de mayo de 2011
Cinematógrafo.
Un amago de lluvia, por ejemplo,
la tutelar techumbre
del doméstico otoño, el vaho
del salitre arrastrándose
por los lentos balaustres
de la noche, la tórrida humedad
de las cántaras, todo
cuanto en principio sobrevive
atestiguado por la persistencia
de imágenes sin nombre, me confina
en un cerco de dudas
contiguo al estupor y apenas
si puedo imaginarme desde cuándo
amo una historia que jamás viví.
J.M. Caballero Bonald.
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