sábado, 28 de noviembre de 2009

Modernismo. Cartagena.



El mundo que me acogía de tu mano era agradable, las construcciones humanas tenían una belleza extraordinaria, eran hermosas obras de arte y de su interior emanaba una atmósfera relajante que invitaba a la contemplación y en ensimismamiento. Me hubiera quedado allí para siempre de tu mano. Pero... siempre un pero; un quiebro en tu deambular rompió toda esa magia. El sueño había terminado. Pero ese mundo existe en mí ; nacemos por todas partes no tenemos límites.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Salvador Dalí.




Nuestro movimiento.

Vivimos en el olvido de nuestras metamorfosis
el día es holgazán pero la noche es activa
un bol de aire al mediodía la noche lo filtra y lo consume
la noche no deja polvo sobre nosotros
Pero este eco que rueda a lo largo del día
este eco fuera del tiempo de angustia o de caricias
este brutal encadenamiento de los mundos insípidos
Y de los mundos sensibles su sol es doble
Estamos cerca o lejos de nuestra conciencia
dónde están nuestras orillas nuestras raíces nuestro fin
El largo placer sin embargo de nuestras metamorfosis
esqueletos que se animan en los muros pudriéndose
las citas dadas a las formas insensatas
a la carne ingeniosa a los ciegos videntes
Las citas dadas por el rostro al perfil
por el sufrimiento a la luz por la claridad
al bosque por la montaña al valle
por la mina a la flor al sol por la perla
Estamos cuerpo a cuerpo tierra a tierra
nacemos por todas partes no tenemos límites.

Paul Éluard.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Rainer María Rilke.

Que hace un instante no existía yo,
¿lo sabes? Y contestas tú que no,
Y siento que si sé no apresurarme
puedo no pasar nunca.
Pues yo soy mucho más que un sueño en otro sueño.
Sólo lo que desea tener bordes
es como un día y un sonido,
y se te escapa, extraño, por las manos,
para encontrar la inmensa libertad,
y ellas se lo permiten, con tristeza.
Así quedó lo oscuro para ti sólamente,
y, creciendo hacia el diáfano vacío,
se levantó una historia universal
con unas piedras cada vez más ciegas.
¿Hay todavía alguno que sobre ellas construya?
Las masas quieren otra vez las masas,
en abandono están las piedras;
de ellas ninguna la esculpiste tú.

viernes, 20 de noviembre de 2009



Cuando las alas están mojadas, es imposible volar.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El lado del sol.




Siempre supe que caminarías por EL LADO DEL SOL.
En mi sueño sabía que sería ésa la calle.
Sabía que te encontraría cara a cara.
Sabía de tu encanto.

Despacio, sin precipitación, el tiempo se alargaba,
pero mi paciencia es infinita ante un deseo
largamente contemplado y esperado.

El fotograma estaba en mi cabeza
y tuvo su escenificación más precisa.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Ese señor que se quita el bombín para escribir.




"Hice un solo desafinado
con las cenizas del amor,
las berbenas del pasado
gangrenan el corazón.

Acórtate la falda nueva
despiértate al oscurecer
túmbate al sol cuando llueva
no desordenes mi taller"
[...]

Joaquín Sabina.

Buenas letras, las de este Señor.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Pequeñas disculpas.



Tú, querías moverte en suaves ondas
con la elegancia del cisne en el agua,
con la aparente ingravidez del águila.
Yo, no supe interpretar en aquel momento
tu deseo y lo dejé caer en el olvido.
Hoy, ya es demasiado tarde. Lo sé
y entono el "mea culpa" que no me disculpa
pero tampoco es un agravio.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Teléfono Donna.



La huella de un mordisco en parte alguna
También contra ella
tienes tú que luchar,
desde aquí.

Paul Celan.

martes, 10 de noviembre de 2009

Muros.



Ojalá todos los muros, incluídos los no físicos, caigan en favor de la tolerancia y el entendimiento entre los humanos y celebremos fiestas semejantes a ésta.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Un día cualquiera.




Aquella mañana estaba algo disipado, algo más de lo normal, quiero decir; al untar la tostada se me había resbalado la mermelada de la cuchara hasta llegar justamente al extremo inferior de mi corbata. Mientras trataba de limpiarme, había empujado con el codo el café que se había derramado por la barra mojando a la mujer sentada en la esquina opuesta. La mujer miró sorprendida y comenzó a soltar una retahíla de improperios que ni siquiera me molesté en escuchar. Estaba más preocupado por encontrar el modo de disimular la mancha de mi corbata. Y dentro de lo malo, por lo menos no me había manchado de café.

Salí de la cafetería y paré a un taxi. Como todas las mañanas me encontraba puntual a las nueve en la puerta del banco. Saludé amablemente al entrar. La nueva adquisición
de la sucursal era perfecta. Una chica resultona, sin llegar a ser guapa pero agradable a la vista. Calzaba unos espeluznantes tacones de aguja que dolía sólo de mirarlos. Me dirigí como siempre al despacho del Sr. Gutiérrez y tras una superflua conversación sobre el tiempo, el golf y su reciente fin de semana en la playa, comenzamos con los negocios.

Me despedí amablemente al salir y me puse las gafas de sol. En la calle se respiraba un ambiente primaveral. Los estudiantes recién salidos de la Facultad se agolpaban en los bancos de la entrada tratando de robarle al sol sus primeros rayos veraniegos. Me resultaba absurdo, esos cinco minutos no iban a salvar a ninguno de ellos de su pálido color invernal.

Como habíamos acordado, ella estaba allí. Puntual como siempre. Tras otra insípida conversación acerca del tiempo y del golf, había decidido que era hora de empezar a hablar en serio. De comentar aquello que se respiraba en el ambiente pero que ninguno nos atrevíamos a decir. Yo sólo quería estar a gusto con ella, como tantas veces habíamos estado. Pero en este momento no éramos capaces de estar así. Ella estaba convencida de que irnos a vivir juntos no era la forma de salvar nuestra relación. Sin embargo, yo estaba convencido de que era la única forma de pasar más tiempo a su lado; ya que aunque no lo dijese realmente ese era el problema que ella tenía, y en parte, tenía razón.

No llegamos a ninguna conclusión, como otras veces que habíamos intentado hablar del tema. Así que la única forma que ví de salir de esa situación fue decirle que aunque la quería, lo mejor era distanciarnos un tiempo.

Con ese trato, el único que salía perdiendo era yo. Yo no tenía tiempo para salir y andar flirteando con otras mujeres, sabía que había perdido mi última oportunidad de encontrar el amor. Ella sin embargo, era guapa, gozaba de tiempo libre y de gran cantidad de amigas solteronas desesperadas por salir a cazar marido por las noches.

Como habitualmente hacía cuando estaba deprimido fui esa noche al Casino. No era bueno para mí. Solía perder dinero, me emborrachaba y a la mañana siguiente mi lamentable estado no me permitía actuar con normalidad. Pero hoy tenía una buena excusa para hacerlo. Catalina ya no estaba a mi lado.

Curiosamente la noche se me dio bien, demasiado bien diría yo. HABÍA GANADO EN UNA HORA EL GENEROSO MONTANTE DEL SUELDO DE UN MES. Decidí retirarme a tiempo y volví a casa. No estaba demasiado borracho, lo cual me permitía pensar que esa había sido una de las mejores noches del año. Claro, no sabía lo que me esperaba horas más tarde al llegar a casa.

Estaba durmiendo cuando sonó el teléfono; era del hospital. Catalina había muerto en un accidente de tráfico. No sabía qué hacer, todavía estaba borracho, me sentía más solo que antes aunque en realidad me encontrase en las mismas circunstancias, pues ella y yo, ya no estábamos juntos. Sentía tristeza, pero no real. Me parece que en aquel momento todavía no era consciente de la magnitud de la tragedia.

Cogí una copa y salí a la terraza, las baldosas estaban mojadas, había estado lloviendo toda la noche.

Volvió a sonar el teléfono. Pensé que podría volver a ser del hospital, que podrían haberse equivocado al identificar el cuerpo. Intenté correr hacia el teléfono con tan mala suerte de resbalar; intenté agarrarme a la barandilla, que al estar mojada, me jugó una mala pasada y me dejó caer al vacío.

Los periódicos anunciaban a la mañana siguiente mi suicidio pasional, pero realmente no había sido más que el día con peor suerte de mi vida.

H. de C.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Abrazos.




Del abrazo confortable
al empujón despreciable,
y en medio, una frase:
"Dime que me quieres
aunque sólo sea por una vez".
Y en este microespacio
veinticuatro años de vida condensados.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Fotografía de Miroslav Tishy.






[...]
"Pasan unos marineros el mar muere a tus pies
Miro tu fotografía, tú eres el universo entero
Enciendo una cerilla y veo tu cabellera
Tú eres para mí la vida en tanto ella subsista
Eres el porvenir y mi eternidad
Tú el único amor y la única belleza."

Guillaume Apollinaire.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Madrid desde Torres Blancas.


Óleo de Antonio López.


Apenas tocó el viejo el rincón del cielo
con la punta de su muleta se puso a
llover
Abajo un niño insultaba a gritos
Una ventana se cerraba y la
calle volvía a la tranquilidad
Todo lo bueno me llega solo de arriba
La fuerza y la alegría
Nada de la tierra
En ella el sol brilla casual y debería reinar una noche
negra
El infierno no es menos placentero
Si pudiera cambiar de lugar
Con gusto iría a pie pues tengo alas
y si me descalzara no me cansaría
Pero la poesía no existe en otra parte
Las calles que no acaban
Las casas cuya altura
y miradas nos abruman
A veces una sonríe
Una cortina se levanta
Un rostro se muestra entero
Y esto es todo lo que uno se lleva
Una imagen vive en algún sitio
El mago Abel había venido a ver a su amigo al que había
instalado desde hacía tres meses en un pequeño cuarto de
Montmartre
Si a veces el viento sopla para sacu-
dir los árboles y ahuyentar el polvo
a quién se lo debemos
Sin mí los niños no sabrían jugar
He enseñado a cantar a los pájaros
A los poetas a servirse de las estrellas y de las luciérnagas
sin confundirlas
He hecho malabarismos con el sol
y la luna
Así he creado la haltera
Y el cielo

Pierre Réverdy.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Rutilantes aguas.



[...]
"Los locos, que atraparon y cantaron al sol en su transcurso,
y aprenden, demasiado tarde, que pusieron tristeza en su camino,
no entran sumisos en esa gran noche.
Los inconmovibles, cerca de la muerte, que con mirada deslumbrada
ven que los ojos ciegos pudieron ser alegres y rutilar igual que meteoros,
rebélanse, rebélanse contra la muerte de la luz."
[...]

Dylan Thomas "No entres sumiso en esa gran noche".


lunes, 2 de noviembre de 2009

José Luis Rodríguez.



Premiadísima fotografía.

Recuerdo en mi infancia, en la casa de mi abuela perdida por las estribaciones de la Cordillera Cantábrica, que el aullido de los lobos durante la noche era tan terrible para mí que sudaba como un pollo escondida bajo las mantas y no sacaba la cabeza aunque no pudiera casi ni respirar.
Las historias de lobos que se contaban eran siempre tan desgarradoras que no pude verle como un hermoso animal hasta ser bastante mayor (tampoco hoy pasaría buena noche con su aullido de fondo) pero sí soy capaz de verle desde otro punto de vista, y éste es muchísimo más benevolente.
Ciertamente, si una buena parte de mi patrimonio estuviera invertido en animales domésticos y éstos fueran atacados por una manada de lobos, no dudaría en poner a salvo a mis animales. Este conflicto es un choque de intereses no resuelto. Los lobos no pueden alimentarse de los animales que los pastores cuidan, alimentan e intentan proteger porque es su medio de vida; por cierto muy ecológico y ancestral.



domingo, 1 de noviembre de 2009

Esas luces.



[...]
"Cuando fijo mi vista en esas luces
que un punto nos parecen,
cuando son tan inmensas
que la tierra y el mar son a su lado
un punto, y a las cuales
no sólo el hombre, sino el globo mismo
donde nada es el hombre
ignotos son del todo, y cuando veo
sin fin, aún más remotos
los tejidos de las estrellas
que niebla se nos muestran, y no el hombre
no ya la tierra, sino todo en uno
el número de moles infinito,
nuestro áureo sol, nuestras estrellas todas
desconocen, o bien les aparecen
como ellas a la tierra,
luz nebulosa; ante mi mente entonces
¿cómo te ostentas, prole
del hombre? Y recordando
tu estado terrenal, de que da muestra
este suelo que piso, y de otra parte
que tú fin y señora
te crees de todo, y que tantas veces
te agrada fantasear en este oscuro
grano de arena que llamamos Tierra
que los autores de las cosas todas
a conversar bajaron con los tuyos
por tu causa, y en sueños
ridículos y viejos renovando
insulta al sabio hasta la edad presente
que en saber y cultura
sobresalir parece; mortal prole
¡prole infeliz! ¿qué sentimiento entonces
me asalta el corazón para contigo?
No sé si risa o si piedad abrigo."
[...]

Giacomo Leopardi. "La retama".