viernes, 6 de noviembre de 2009

Madrid desde Torres Blancas.


Óleo de Antonio López.


Apenas tocó el viejo el rincón del cielo
con la punta de su muleta se puso a
llover
Abajo un niño insultaba a gritos
Una ventana se cerraba y la
calle volvía a la tranquilidad
Todo lo bueno me llega solo de arriba
La fuerza y la alegría
Nada de la tierra
En ella el sol brilla casual y debería reinar una noche
negra
El infierno no es menos placentero
Si pudiera cambiar de lugar
Con gusto iría a pie pues tengo alas
y si me descalzara no me cansaría
Pero la poesía no existe en otra parte
Las calles que no acaban
Las casas cuya altura
y miradas nos abruman
A veces una sonríe
Una cortina se levanta
Un rostro se muestra entero
Y esto es todo lo que uno se lleva
Una imagen vive en algún sitio
El mago Abel había venido a ver a su amigo al que había
instalado desde hacía tres meses en un pequeño cuarto de
Montmartre
Si a veces el viento sopla para sacu-
dir los árboles y ahuyentar el polvo
a quién se lo debemos
Sin mí los niños no sabrían jugar
He enseñado a cantar a los pájaros
A los poetas a servirse de las estrellas y de las luciérnagas
sin confundirlas
He hecho malabarismos con el sol
y la luna
Así he creado la haltera
Y el cielo

Pierre Réverdy.

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