domingo, 28 de febrero de 2010

Antonio Manzano.



Versículo de Génesis.

Por las ventanas , por los ojos
de cerraduras y raíces,
por orificios y rendijas
y por debajo de las puertas,
entra la noche.

Entra la noche como un trueno
por los rompientes de la vida,
recorre salas de hospitales,
habitaciones de prostíbulos,
templos, alcobas, celdas, chozos,
y en los rincones de la boca
entra también la noche.

Entra la noche como un bulto
de mar vacío y de caverna,
se va esparciendo por los bordes
del alcohol y del insomnio,
lame las manos del enfermo
y el corazón de los cautivos,
y en la blancura de las páginas
entra también la noche.

Entra la noche como un vértigo
por la ciudad desprevenida,
rasga las sábanas más tristes,
repta detrás de los cobardes,
ciega la cal y los cuchillos
y en el fragor de las palabras
entra también la noche.

Entra la noche como un grito
por el silencio de los muros,
propaga espantos y vigilias,
late en lo hondo de las piedras,
abre los últimos boquetes
entre los cuerpos que se aman,
y en el papel emborronado
entra también la noche.

Caballero Bonald.

sábado, 27 de febrero de 2010

Manuel Franquelo.



La Durmiente.

¿Qué secretos quema en su corazón mi joven amiga,
alma de dulce máscara que aspira una flor?
¿Con qué alimentos vanos su ingenuo calor
logra este rayo de una mujer dormida?
Soplo, sueños, silencio, calma invencible,
triunfas, oh paz más poderosa que el llanto,
cuando la onda grave y la extensión de este sueño amplio
conspiran sobre el seno de una considerable enemiga.
Durmiente, haz dorado de sombras y abandonos,
tu reposo temible abarca tales dones,
oh cierva de larga languidez junto a un racimo,
que, aún el alma ausente, errante en los infiernos,
tu forma de vientre puro que un brazo envuelve fluido,
vela; tu forma vela, y mis ojos están abiertos.

Paul Valéry.

viernes, 26 de febrero de 2010

Paul Cézanne.



El Infinito.

Amé siempre esta colina,
y el cerco que me impide ver
más allá del horizonte.
Mirando a lo lejos los espacios ilimitados,
los sobrehumanos silencios y su profunda quietud,
me encuentro con mis pensamientos,
y mi corazón no se asusta.
Escucho los silbidos del viento sobre los campos,
y en medio del infinito silencio tanteo mi voz:
me subyuga lo eterno, las estaciones muertas,
la realidad presente y todos sus sonidos.
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento:
y naufrago dulcemente en este mar.

Giacomo Leopardi.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Demarchelier.



TE DESHOJÉ COMO UNA ROSA.

Te dehojé, como una rosa,
para verte tu alma,
y no la vi.

Mas todo en torno
-horizontes de tierras y de mares-,
todo, hasta el infinito,
se colmó de una esencia
inmensa y viva.

Juan Ramón Jiménez.

martes, 23 de febrero de 2010

Francis Bacon.



"(...)los retratos de Bacon cuestionan los límites del "yo". ¿Hasta qué grado de distorsión un individuo sigue siendo él mismo? ¿Durante cuánto tiempo sigue todavía reconocible el rostro de alguien amado que va alejándose de nosotros por enfermedad, locura, odio o muerte? ¿Dónde queda la frontera tras la cual un "yo" deja de ser "yo"?
(...)ese tesoro, esa pepita de oro, ese diamante oculto, que es el "yo" infinitamente frágil estremeciéndose en un cuerpo; el rostro sobre el que fijo mi mirada con el fin de encontrar una razón para vivir ese accidente desprovisto de sentido que es la vida."

Milan Kundera "Un encuentro".

lunes, 22 de febrero de 2010



"And all men kill the thing they love,
By all let this be heard,
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word.
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword!"



"Y todos los hombres matan lo que aman,
que lo oiga todo el mundo,
unos lo hacen con una mirada amarga,
otros con una palabra zalamera;
el cobarde con un beso,
¡el valiente con una espada!".

Oscar Wilde.

domingo, 21 de febrero de 2010

Ícaro.



Lamentaciones de un Ícaro.

Los amantes de prostitutas
son dichosos, dispuestos y considerados;
en cuanto a mí, mis brazos están rotos
por haber estrechado nubes.
Gracias a astros impares,
que en todo el fondo del cielo brillan,
mis ojos consumidos sólo ven
recuerdos de soles.
En vano he querido del espacio
encontrar el fín y el medio;
bajo no sé qué ojo de fuego
siento que mi ala se rompe;
y quemado por el amor de lo bello,
no tendré el honor sublime
de dar mi nombre al abismo
que me servirá de tumba.

Charles Baudelaire.

sábado, 20 de febrero de 2010

De Valsen.



Último Vals.

Tus recién estrenados 18 y tu ansia de independencia, viajaban en aquel bólido a gran velocidad y mi corazón estacionado en doble fila sufrió un duro golpe.

Aquel último Vals, a comienzos de verano, anticipaba mi invernal soledad, y la de otro corazón maltratado por los avatares de la vida y el desamor ¡maldito orgullo!.

El último Vals que te llevaría en uno de sus giros, lejos de casa, lejos de tu ciudad, lejos de tus amigos. Todo estaba a punto.

Un último Vals para un “the end” de una etapa de tu vida.

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Y el tiempo avanza en su silencioso tic-tac.

viernes, 19 de febrero de 2010



Negra sombra.

Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
vuelves haciéndome burla.

Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.

Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.

En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.

Rosalía de Castro (1880)

jueves, 18 de febrero de 2010

Hamlet.



Hamlet, Principe de Dinamarca.


Hamlet.- ¡Oh!... ¡Que esta sólida, excesivamente sólida, carne pudiera derretirse, deshacerse y disolverse en rocío!... ¡O que no hubiese fijado el Eterno su ley contra el suicidio!... ¡Oh Dios! ¡Dios!... ¡Qué fastidiosas, rancias, vanas e inútiles me parecen las prácticas todas de este mundo!... ¡Vergüenza de ello! ¡Ah! ¡Vergüenza! ¡Es un jardín de malas hierbas sin escardar, que crece para semilla; productos de naturaleza grosera y amarga lo ocupan únicamente!... ¡Que se haya llegado a esto!... ¡Sólo dos meses que murió!... ¡No, no tanto; ni dos! ¡Un rey tan excelente, que comparado con este, era lo que Hiparión a un sátiro! ¡Tan afectuoso para con mi madre, que no hubiera permitido que las auras celeste rozaran con demasiada violencia su rostro! ¡Cielos y Tierra! ¿Habrá que recordarlo? ¡Cómo! ¡Ella que se colgaba de él, como si su ansia de apetitos acrecentara lo que los nutría! Y, sin embargo, al cabo de un mes… ¡no quiero pensar en ello!¡Fragilidad, tu nombre es mujer!... ¡Un mes apenas, antes de estropearse los zapatos con que siguiera el cuerpo de mi pobre padre, como Níobe arrasada en lágrimas…; ella, sí, ella misma…! ¡Oh Dios, una bestia incapaz de raciocinio hubiera sentido un dolor más duradero, casada con mi tío, con el hermano de mi padre, aunque no más parecido a mí que yo a Hércules!... ¡Al cabo de un mes!...¡Aún antes que la sal de sus pérfidas lágrimas abandonaran el flujo de sus irritados ojos, desposada!¡Oh ligereza más que infame, correr con tal premura al tálamo incestuoso!¡esto no es bueno, ni puede acabar bien! Pero ¡rómpete, corazón, pues debo refrenar la lengua!

William Shakespeare.

(Sobre la Reina, su madre)

miércoles, 17 de febrero de 2010

Magritte.



Desencuentro.

Esquiva como la noche,
como la mano que te entorpecía,
como la trémula succión
insuficiente de la carne;
esquiva y veloz como la hoja
ensangrentada de un cuchillo,
como los filos de la nieve, como el esperma
que decora el embozo de las sábanas,
como la congoja de un niño
que se esconde para llorar.

Tratas de no saber y sabes
que ya está todo maniatado,
allí
donde pernocta el irascible
lastre del desamor, sombra
partida por olvidos, desdenes,
llave que ya no abre ningún sueño:

La ausencia se aproxima
en sentido contrario al de la espera.

Caballero Bonald.

martes, 16 de febrero de 2010

Cielo S.X. El Beato de Girona.



Cálculos Infinitesimales.


La luz de esas estrellas ya ha ocurrido.
En una lejanía inapropiada
para nuestra penosa sensatez,
ya han muerto las estrellas que miramos.
Millones de millones de años luz,
agujeros del tiempo inconcebibles,
la confabulación de la energía,
más allá de cuanto nos resulta soportable,
en una aterradora fiesta sin nosotros.
Todo el escrupuloso asombro de la ciencia
parece que conduce hasta este asombro
con que contempla el cielo un ignorante.
Según nos dicen, hay que seguir viviendo
cercados de preguntas sin respuestas.
Nuestras lentes exploran las galaxias
y nuestra pequeñez sólo es tangible
en el inmaculado abismo de los números,
en el sagrado horror
de cálculos infinitesimales.

¿Hacia dónde conducen estas cavilaciones
de aturdido astrofísico? Estas cavilaciones
no conducen. Estas cavilaciones ya han estado,
ya han sido desde mí en otro yo que ha muerto
en la distancia. Todo lo que refulge es luz marchita.
Ser es un fui que un no soy yo contempla
desconcertado desde un planeta ajeno.
La Historia y el futuro han sido para siempre
y acosan desde lejos, ya ocurridos.

La vida es la nostalgia incorregible
de habitar un rincón del firmamento
que sólo se ha erigido en el pasado
y cuyo planisferio hemos perdido.

Así que cuando te amo ya te he amado.
El dolor que te causo y que me causas
es un dolor tan viejo que no duele,
aunque puedas pensar que está doliéndonos,
y ese fuego eucarístico en el que me consumo
es un simple capricho de las cronologías,
un voluntario error de apreciación
con respecto al pasmoso suceder de las cosas.
Nuestra felicidad ya no nos pertenece,
vivimos de prestado en lontananza,
que es el inconcebible tiempo de las constelaciones.
La perpetua ordalía de tu cuerpo
es el altar de una ciudad hundida
en donde los ahogados de mí mismo
aún mantienen un culto que ha perdido a sus fieles.
El temblor de quererte, el estremecimiento
de coincidir contigo en esta nada
quizá es una ilusión de mi memoria astral.

Y el caso es que no importa.
No importa que no podamos ser, porque hemos sido;
no importa que en ti no pueda estar, porque ya estuve,
no importa si lo que ya ha acabado nunca nace.
Me incumbe la conciencia del álgebra celeste
y en lugar de alejarme de ti los números me acercan.
No puedo comprender esas distancias
y aunque las comprendiera no las vivo.
Hay una plenitud crepuscular
en la conspiración del universo
para que no nos encontremos tú y yo.
Ya no concibo una embriaguez más grande
que ese convencimiento con que irradias
la falsa luz de las estrellas muertas.

Carlos Marzal.

lunes, 15 de febrero de 2010

Banksy.



General, tu tanque es más fuerte que un coche.

Arrasa un bosque y aplasta a cien hombres.
Pero tiene un defecto:
necesita un conductor.
General, tu bombardero es poderoso.
Vuela más rápido que la tormenta y carga más que un elefante.
Pero tiene un defecto:
necesita un piloto.
General, el hombre es muy útil.
Puede volar y puede matar.
Pero tiene un defecto:
puede pensar.

Bertolt Brecht.

domingo, 14 de febrero de 2010

A. Rodin



Itinerario.

La desea de los pies a la cabeza. Los pies le provocan gran placer. La cabeza, algún disgusto de vez en cuando.
Y por el centro siempre se pierde.

Natividad Gómez Bautista.

sábado, 13 de febrero de 2010



Final conocido.

Después de haber comido entrambos doce nécoras,
alguien dijo a Pilatos:
-¿Y qué hacemos ahora?
Él vaciló un instante y respondía
(educado, distante, indiferente):
-Chico, tú haz lo que quieras.
Yo me lavo las manos.

Ángel González.

viernes, 12 de febrero de 2010

R.Magritte.




[…] “De pronto tuvo la clara sensación de que no podría sobrevivir a la muerte de ella. Se acostaría a su lado y querría morir con ella. Conmovido por esa imagen hundió en ese momento la cara en la almohada junto a la cabeza de ella y permaneció así durante mucho tiempo.
Ahora estaba junto a la ventana e invocaba ese momento. ¿Qué podía ser sino el amor que había llegado de ese modo para que él lo reconociese?.
Pero ¿era amor? La sensación de que quería morir junto a ella evidentemente desproporcionada: ¡era la segunda vez que la veía en la vida! ¿No se trataba más bien de la histeria de un hombre que en lo más profundo de su alma ha tomado conciencia de su incapacidad de amar y que por eso mismo empieza a fingir amor ante sí mismo? ¡Y su
subconsciente era tan cobarde que había elegido para esa comedia precisamente a una pobre camarera de una ciudad perdida, que no tenía prácticamente la menor posibilidad de entrar a formar parte de su vida!
Miraba a través del patio la sucia pared y se daba cuenta de que no sabía si se trataba de histeria o de amor.
Y le dió pena que, en una situación como aquella, en la que un hombre de verdad sería capaz de tomar inmediatamente una decisión, él dudase, privando así de su significado al momento más hermoso que había vivido jamás (estaba arrodillado junto a su cama y pensaba que no podría sobrevivir a su muerte).
Se enfadó consigo mismo, pero luego se le ocurrió que en realidad era bastante natural que no supiera qué quería:
El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores.” […]

Milan Kundera. “La insoportable levedad del ser”.

jueves, 11 de febrero de 2010



Canción otoñal.

Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.

Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.

La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.

¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?

¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del Mal que late cerca?

¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos en la Tierra?

¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?

¿Y si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.

Federico García Lorca.

miércoles, 10 de febrero de 2010

"Y como descendiste..."



Niño.

[...]

Niño.
Y como descendiste al fondo de las mareas,
a las urnas donde el azogue, el plomo y el hierro pretenden ser humanos,
tener honores de vida,
a la deriva de la noche tu traje fue dejándote solo.

Niño.
Desnudo, sin los billetes de inocencia fugados en sus bolsillos,
derribada en tu corazón y sola su primera silla,
no creíste ni en Venus, que nacía en el compás abierto de tus brazos.
ni en la escala de plumas que tiende el sueño de Jacob al de Julio Verne.
Niño.
Para ir al infierno no hace falta cambiar de sitio ni postura.

Rafael Alberti.

martes, 9 de febrero de 2010

Fernando Pessoa.



Autopsicografía.

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
sienten, en el dolor leído,
no los dos que el poeta vive
sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
distrayendo a la razón,
ese tren sin real destino
que se llama corazón.

F. Pessoa.

lunes, 8 de febrero de 2010

Cristóbal Manuel (El País)



Perdida la cordura, la desgracia el infortunio y el abandono son su único traje.
Desde sus entrañas, la Naturaleza azota violentamente en su selección dejando a la intemperie lo mejor y lo peor de los humanos.

domingo, 7 de febrero de 2010

"Tenga la bondad de inclinar la cabeza"



El verdugo.

Cuenta la historia que había una vez un verdugo llamado Wang Lun, que vivía en el reino del segundo emperador de la dinastía Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar a sus víctimas, pero toda su vida había tenido una secreta aspiración jamás realizada todavía: cortar tan rápidamente el cuello de una persona que la cabeza quedara sobre el cuello, posada sobre él. Practicó y practicó y finalmente, en su año sesenta y seis, realizó su ambición.
Era un atareado día de ejecuciones y él despachaba cada hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo. Llegó el duodécimo hombre, empezó a subir el patíbulo y Wang Lun, con un golpe de su espada, lo decapitó con tal celeridad que la víctima continuó subiendo. Cuando llegó arriba, se dirigió airadamente al verdugo:
-¿Por qué prolongas mi agonía? -le preguntó-. ¡Habías sido tan misericordiosamente rápido con los otros!
Fue el gran momento de Wang Lun; había coronado el trabajo de toda su vida. En su rostro apareció una serena sonrisa; se volvió hacia su víctima y le dijo:
-Tenga la bondad de inclinar la cabeza, por favor.

Arthur Koestler.

sábado, 6 de febrero de 2010

"Venganza de una mano mortal"



La alegría de escribir.

¿Hacia dónde corre por el bosque escrito el corzo escrito?
¿A saciar su sed a orillas del agua escrita
que le calará el hocico cual hoja de papel carbón?
¿Por qué alza la cabeza?, ¿ha oído algo?
Sobre sus cuatro patas, prestadas por la realidad,
levanta la oreja bajo mis dedos.
Silencio, palabra que cruje en el papel
y separa las ramas que brotan de la palabra “bosque”.

A punto de saltar sobre la página en blanco acechan
letras que acaso congenien,
frases tan insistentes
que consumarán la invasión.

Una gota de tinta contiene una sólida reserva
de cazadores, apuntando con un ojo ya cerrado,
preparados para el descenso por la pluma empinada,
para cercar alcorzo y llevarse el fusil a la cara.

Olvidan que esto, lo de aquí, no es la vida.
Aquí, negro sobre blanco, rigen otras leyes.
Un abrir y cerrar de ojos durará cuanto yo quiera,
se dejará fraccionar en eternidades minúsculas
llenas de balas detenidas en pleno vuelo.
Nada sucederá si yo no lo ordeno.
Contra mi voluntad no caerá la hoja,
ni una brizna se inclinará bajo la pezuña del punto final.

¿Existe, pues, un mundo
cuyo destino regento con absoluta soberanía?
¿Un tiempo que retengo con cadenas de signos?
¿Un vivir que no cesa si éste es mi deseo?

Alegría de escribir.
Poder de eternizar.
Venganza de una mano mortal.

Wyslawa Szymborska.

viernes, 5 de febrero de 2010

Gutiérrez Solana.



Espejo.

Soy plateado y exacto. No tengo preconceptos.
Cuanto veo, lo trago inmediatamente
tal cual es, sin empañar por amor o desagrado.
No soy cruel, sólo veraz:
Ojo de un pequeño dios, cuadrangular.
Casi todo el tiempo medito en la pared de enfrente.
Es rosada, con lunares. La he mirado tanto tiempo
que creo que es parte de mi corazón. Pero fluctúa.
Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas mentirosas, las bujías o la luna.
Veo su espalda y la reflejo fielmente.
Me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
Soy importante para ella. Viene y se va.
Todas las mañanas su cara reemplaza la oscuridad.
En mí ella ahogó a una muchachita y en mí una vieja
se alza hacia ella día tras día, como un pez feroz.

Sylvia Plath.

jueves, 4 de febrero de 2010

Egon Schiele.



Niño querido,
huérfano de amor, te perdiste entre sábanas
y lechos tibios que duraban
la breve pulsión del sexo.
Con el alma en pena
y la pena sin amor,
el roto corazón alado
no puede echar a volar.
Nuevos soles y lunas
llegarán, Lázaro herido,
y renovarán deseos, ilusiones y esperanzas.
Anidará en tu corazón
el amor duradero,
ese esquivo que todos anhelamos,
niño querido.

"Del laberinto se sale, de la recta no".

martes, 2 de febrero de 2010

Por ti.



Felicidades papá.