jueves, 18 de febrero de 2010

Hamlet.



Hamlet, Principe de Dinamarca.


Hamlet.- ¡Oh!... ¡Que esta sólida, excesivamente sólida, carne pudiera derretirse, deshacerse y disolverse en rocío!... ¡O que no hubiese fijado el Eterno su ley contra el suicidio!... ¡Oh Dios! ¡Dios!... ¡Qué fastidiosas, rancias, vanas e inútiles me parecen las prácticas todas de este mundo!... ¡Vergüenza de ello! ¡Ah! ¡Vergüenza! ¡Es un jardín de malas hierbas sin escardar, que crece para semilla; productos de naturaleza grosera y amarga lo ocupan únicamente!... ¡Que se haya llegado a esto!... ¡Sólo dos meses que murió!... ¡No, no tanto; ni dos! ¡Un rey tan excelente, que comparado con este, era lo que Hiparión a un sátiro! ¡Tan afectuoso para con mi madre, que no hubiera permitido que las auras celeste rozaran con demasiada violencia su rostro! ¡Cielos y Tierra! ¿Habrá que recordarlo? ¡Cómo! ¡Ella que se colgaba de él, como si su ansia de apetitos acrecentara lo que los nutría! Y, sin embargo, al cabo de un mes… ¡no quiero pensar en ello!¡Fragilidad, tu nombre es mujer!... ¡Un mes apenas, antes de estropearse los zapatos con que siguiera el cuerpo de mi pobre padre, como Níobe arrasada en lágrimas…; ella, sí, ella misma…! ¡Oh Dios, una bestia incapaz de raciocinio hubiera sentido un dolor más duradero, casada con mi tío, con el hermano de mi padre, aunque no más parecido a mí que yo a Hércules!... ¡Al cabo de un mes!...¡Aún antes que la sal de sus pérfidas lágrimas abandonaran el flujo de sus irritados ojos, desposada!¡Oh ligereza más que infame, correr con tal premura al tálamo incestuoso!¡esto no es bueno, ni puede acabar bien! Pero ¡rómpete, corazón, pues debo refrenar la lengua!

William Shakespeare.

(Sobre la Reina, su madre)

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