lunes, 24 de enero de 2011



A esa lumbre que sangra y que ilumina
que culmine la llama que desgreña
siempre ese viento de inquietud divina.

Que en la cansada hoguera que declina
vuelvan a andar las llamas a la greña.
Que alcance gran altura esta pequeña
cosecha si en cenizas nos germina.

Que no quede lumbre sin latido.
Si desfallece no le deis sosiego
hasta que vuelva a oírse su gemido.

Que guarde bien el corazón su fuego
y, si se enfría, un nuevo viento influya
para que sangre de ceniza fluya.


Agustín Millares Sall.

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