viernes, 6 de agosto de 2010
[...]
Me pondré pantalones de franela blanca
y me iré a pasear a lo largo de la playa.
He oído allí cómo entre ellas se cantan las sirenas.
Mas no creo que me vayan a cantar a mí.
Las he visto nadando mar adentro sobre las crestas
de la marejada,
peinando las cabelleras níveas que va formando el oleaje
cuando de blanco y negro el viento encrespa el océano.
Nos hemos demorado demasiado en las cámaras del mar,
junto a ondinas adornadas con algas rojas y castañas,
hasta que voces humanas nos despiertan, y perecemos
ahogados.
[...]
T. S. Eliot.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Te he dejado un comentario en unaa entrada anterior que me pareció más esperanzadora.
ResponderEliminarEste poema es muy hermoso pero duele. Un abrazo.
Atravieso momentos, anímicamente, bajos.
ResponderEliminarUn saludo y buen verano.