domingo, 30 de mayo de 2010
Brueghel.
Y corren tiempos oscuros.
Y corren tiempos oscuros
en la otra ciudad,
pero se mantiene el andar ligero
y la frente sigue lisa.
Dura humanidad, inamovible,
igual a un pueblo de peces hace tiempo congelados;
y la sonrisa sigue siendo dulce.
Bertolt Brecht.
sábado, 29 de mayo de 2010
El punto negro.
Quien al sol cara a cara ha llegado a mirar
cree ver ante sus ojos como el vuelo obstinado
de una mancha plomiza que descubre en el aire.
Y cuando era aún muy joven, y a la vez más audaz,
en la gloria un instante fijé osado la vista:
en mis ávidos ojos se imprimió un punto negro.
Desde entonces, en todo, como un signo de luto,
allí donde se posa mi mirada, compruebo
que se posa también esa mancha negruzca.
¿Siempre va a interponerse entre la dicha y yo?
Oh, es que sólo las águilas -¡ay de mí, ay de nosotros!-
pueden mirar impunes a la Gloria y al Sol.
Gérard de Nerval.
viernes, 28 de mayo de 2010
Dos mil páginas de amor.
Ninguno terminamos Derecho. Pero es que nosotros no perseguíamos justicia sino las piernas de Marina. Juan se sentó en la última fila y yo, en la primera. Mientras él procuraba meterle mano, yo prestaba a Marina mis apuntes. La noche que los vi besándose, no pude soportarlo más y todo el peso del Derecho Romano cayó sobre el cráneo de Juan repetidas veces. Nadie quiso defenderme hasta que una mañana se abrió la puerta de mi celda. No necesité levantar la cabeza para reconocer esas piernas. A ella, estaba claro, le gustaban los chicos malos.
Isabel González.
jueves, 27 de mayo de 2010
No despertéis jamás a la serpiente.
No despertéis jamás a la serpiente,
por miedo a que ella ignore su camino;
dejad que se deslice mientras duerme
sumida en la honda yerba de los prados.
Que ni una abeja la oiga al arrastrarse,
que ni una mosca efímera resurja
de su sueño, acunada en la campánula,
ni las estrellas, cuando se escabulla
silente entre en la yerba, escurridiza.
Percy Bisshe Shelley.
miércoles, 26 de mayo de 2010
martes, 25 de mayo de 2010
"Hay que elegir a los amigos por su elegancia y su belleza; a los simples camaradas por su manera de ser, y a los enemigos por su inteligencia."
"Lo peor es un enemigo tonto. Un enemigo inteligente, si también lo somos, no deja de apreciarnos por ello y combatirá siempre con nobleza contra nosotros."
Oscar Wilde.
lunes, 24 de mayo de 2010
domingo, 23 de mayo de 2010
joan manuel serrat - mediterraneo
Llega el calorcito...
Una preciosa canción, redonda, con un esbozo de Historia y la idiosincrasia en esa otra historia.
Sin duda estaba Serrat en un fecundo momento creativo. Y nosotros tenemos la suerte de escucharla.
sábado, 22 de mayo de 2010
Miró.
Donde fuiste feliz alguna vez...
Donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás: el tiempo
habrá hecho sus destrozos, levantando
su muro fronterizo
contra el que la ilusión chocará estupefacta.
El tiempo habrá labrado,
paciente, tu fracaso
mientras faltabas, mientras ibas
ingenuamente por el mundo
conservando como recuerdo
lo que era destrucción subterránea, ruina.
Si la felicidad te la dio una mujer
ahora habrá envejecido u olvidado
y sólo sentirás asombro
-el anticipo de las maldiciones.
Si una taberna fue, habrá cambiado
de dueño o de clientes
y tu rincón se habrá ocupado
con intrusos fantasmagóricos
que con su ajeneidad, te empujan a la calle, al vacío.
Si fue un barrio, hallarás
entre los cambios del urbano progreso
tu cadáver diseminado.
No debieras volver jamás a nada, a nadie,
pues toda historia interrumpida
tan sólo sobrevive
para vengarse en la ilusión, clavarle
su cuchillo desesperado,
morir asesinando.
Mas sabes que la dicha es como un criminal
que seduce a su victima
que la reclama con atroz dulzura
mientras esconde la mano homicida.
Sabes que volverás, que te hallas condenado
a regresar, humilde, donde fuiste feliz.
Sabes que volverás
porque la dicha consistió en marcarte
con la nostalgia, convertirte
la vida en cicatriz;
y si has de ser leal, girarás errabundo
alrededor del desastre entrañable
como girase un perro ante la tumba
de su dueño... su dueño... su dueño...
Félix Grande.
jueves, 20 de mayo de 2010
El Oro de los Tigres.
Hasta la hora del ocaso amarillo
cuántas veces habré mirado
al poderoso tigre de Bengala
ir y venir por el predestinado camino
detrás de los barrotes de hierro,
sin sospechar que eran su cárcel.
Después vendrían otros tigres,
el tigre de fuego de Blake;
después vendrían otros oros,
el metal amoroso que era Zeus,
el anillo que cada nueve noches*
engendra nueve anillos y estos, nueve,
y no hay un fin.
Con los años fueron dejándome
los otros hermosos colores
y ahora sólo me quedan
la vaga luz, la inextricable sombra
y el oro del principio.
oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
del mito y de la épica,
oh un oro más precioso, tu cabello
que ansían estas manos.
Jorge Luis Borges.
miércoles, 19 de mayo de 2010
martes, 18 de mayo de 2010
lunes, 17 de mayo de 2010
[...]
"(Come chocolates, pequeña;
¡come chocolates!
Mira que en el mundo no hay más metafísica que los chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que una confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Ojalá yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que comes!
Sin embargo yo pienso, y después de retirar el papel de plata, que es de estaño,
lo tiro todo al suelo, como tiré la vida)"
[...]
Fernando Pessoa "Tabaquería".
domingo, 16 de mayo de 2010
Sé todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos...
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos...
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos...
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...
Y que el miedo del hombre
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos...
Y sé todos los cuentos.
León Felipe.
sábado, 15 de mayo de 2010
Tapies.
viernes, 14 de mayo de 2010
jueves, 13 de mayo de 2010
Bill McConkey.
[...]
7
"Vierten sangre las aortas,
y en las filas, un susurro resuena:
yo nací en el noventa y cuatro,
yo nací en el noventa y dos...
Y apretando en el puño el triturado
año de nacimiento, en tropel, con la manada,
cubierta la boca de sangre, susurro:
-Yo nací en la noche del dos al tres
de enero del noventa y uno,
año sin esperanza, y los siglos
me rodean con el fuego."
Ôsip Mandelstam.
miércoles, 12 de mayo de 2010
martes, 11 de mayo de 2010
"...Turbaba los placeres de la fiesta,
llenaba el alma de profundo espanto,
y el angustiado corazón humano
ya ni los dioses consolar podían.
Por ocultos senderos se acercaba
el monstruo y ni ofrendas ni plegarias
aplacaban su furia;
era la muerte -angustia, duelo y lágrimas-
que sorprendía a los felices hombres
en medio del festín."
[...]
Novalis.
lunes, 10 de mayo de 2010
Eduard Hopper.
Primer amor.
Dicen
que el primero es el más importante.
Eso es muy romántico,
pero no en mi caso.
Algo entre nosotros hubo y no hubo,
sucedió y tuvo su efecto.
No me tiemblan las manos
cuando encuentro pequeños recuerdos
y un fajo de cartas atadas con una cuerda
-si al menos fuera una cinta-.
Nuestro único encuentro tras los años
fue una conversación de dos sillas
junto a una fría mesita.
Otros amores
hasta ahora respiran profundamente en mí.
A éste le falta aliento para suspirar.
Y sin embargo justo así, como es,
puede algo que los otros no pueden todavía:
no recordado,
ni siquiera soñado,
me acostumbra a la muerte.
Wyslawa Szymborska.
sábado, 8 de mayo de 2010
viernes, 7 de mayo de 2010
miércoles, 5 de mayo de 2010
Francis Bacon.
A un Papa.
Pocos días antes de que tú murieses, la muerte
había puesto sus ojos en un coetáneo tuyo:
a los veinte años, tú eras estudiante, él albañil,
tú noble y rico, él un jovenzuelo plebeyo:
pero los mismos días, sobre vosotros, han dorado
a la vieja Roma que se está volviendo tan nueva.
He visto sus despojos, pobre Zucchetto.
Borracho, vagaba de noche en torno a los Mercados,
y un tranvía que venía de San Paolo, le ha arrollado
y le ha arrastrado un rato por los raíles, entre plátanos:
duran te unas horas quedó allí, bajo las ruedas:
alguna gente se reunió alrededor para mirarlo,
en silencio: era tarde, y eran pocos los transeúntes.
Uno de esos hombres que existen porque existes tú,
un viejo policía fanfarrón como un chulo,
al que se acercaba demasiado gritaba: “¡Fuera, cojones!”
Después vino el automóvil de un hospital a cargarlo:
la gente se fue, y quedó sólo algún guiñapo aquí o allá,
y la patrona de un bar nocturno, más adelante,
que lo conocía, dijo a un recién llegado
que Zucchetto había ido bajo un tranvía y había acabado.
Pocos días después acababas tú: Zucchetto era uno
de tu inmensa grey romana y humana,
un pobre borrachín, sin familia y sin lecho,
que vagaba por la noche, viviendo quién sabe cómo.
Tú nada sabías de él: como nada sabías
de otros mil y mil cristos como él.
Tal vez yo sea duro al preguntarme por qué razón
la gente como Zucchetto era indigna de tu amor.
Hay sitios infames, donde madres y niños
viven entre un polvo antiguo, en fango de otras épocas.
No muy lejos, por cierto, de donde tú has vivido,
a la vista la cúpula hermosa de San Pedro,
hay uno de esos sitios, el Gelsomino…
Un monte cortado en mitad de la cantera, y abajo
entre los escombros y una fila de nuevos palacios,
un montón de míseras construcciones, no casas sino pocilgas.
Bastaba un solo gesto tuyo, una sola palabra,
para que esos tus hijos tuviesen una casa:
tú no has hecho un gesto, ni has dicho una palabra.
¡No se te pedía perdonar a Marx! Una ola
inmensa que se refracta de milenios de vida
te separaba de ellos y de su religión:
pero en tu religión ¿no se habla de piedad?
Millares de hombres bajo tu pontificado,
ante tus ojos, han vivido en establos y pocilgas.
Lo sabías, pecar no significa hacer el mal:
no hacer el bien, eso significa pecar.
¡Cuánto bien pudiste hacer! Y no lo has hecho:
no ha habido un pecador tan grande como tú.
Pier Paolo Pasolini.
lunes, 3 de mayo de 2010
sábado, 1 de mayo de 2010
Prehistoria.
A la memoria de Jaime Sabines.
1
En las paredes de esta cueva
pinto el venado
para adueñarme de su carne,
para ser él,
para que su fuerza y su ligereza sean mías
y me vuelva el primero
entre los cazadores de la tribu.
En este santuario
divinizo las fuerzas que no comprendo.
Invento a Dios,
a semejanza del Gran Padre que anhelo ser,
con poder absoluto sobre la tribu.
En este ladrillo
trazo las letras iniciales,
el alfabeto con que me apropio del mundo al simbolizarlo.
La T es la torre y desde allí gobierno y vigilo.
La M es el mar desconocido y temible.
Gracias a ti, alfabeto hecho por mi mano,
habrá un solo Dios: el mío.
Y no tolerará otras deidades.
Una sola verdad: la mía.
Y quien se oponga a ella recibirá su castigo.
Habrá jerarquías, memoria, ley:
mi ley: la ley del más fuerte
para que dure siempre mi poder sobre el mundo.
2
Al contemplar por vez primera la noche
me pregunté: ¿será eterna?
Quise indagar la razón del sol, la inconstante
movilidad de la luna,
la misteriosa armada de estrellas
que navegan sin desplomarse.
Enseguida pensé que Dios es dos:
la luna y el sol, la tierra y el mar, el aire y el fuego,
O es dos en uno:
la lluvia / la planta, el relámpago / el trueno.
¿De dónde viene la lumbre del cielo?
¿La produce el estruendo? ¿O es la llama
la que resuena al desgarrar el espacio?
(como la grieta al muro antes de caer
por los espasmos del planeta siempre en trance de hacerse).
¿Dios es el bien porque regala la lluvia?
¿Dios es el mal por ser la piedra que mata?
¿Dios es el agua que cuando falta aniquila
y cuando crece nos arrastra y ahoga?
A la parte de mí que me da miedo
la llamaré Demonio.
¿O es el doble de Dios, su inmensa sombra?
Porque sin el dolor y sin el mal
no existirían el bien ni el placer,
del mismo modo que para la luz
son necesarias las tinieblas.
Nunca jamás encontraré la respuesta.
No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo.
Se acabó el que me dieron.
3
Ustedes, los que escudriñen nuestra basura
y desentierren puntas
de pedernal, collares de barro
o lajas afiladas para crear muerte;
figuras de mujeres en que intentamos
celebrar el misterio del placer
y la fertilidad que nos permite seguir aquí contra todo
-enigma absoluto
para nuestro cerebro si apenas está urdiendo el lenguaje-,
lo llamarán mamut.
Pero nosotros en cambio
jamás decimos su nombre:
tan venerado es por la horda que somos.
El lobo nos enseñó a cazar en manada.
Nos dividimos el trabajo, aprendimos:
la carne se come, la sangre fresca se bebe,
como fermento de uva.
Con su piel nos cubrimos.
Sus filosos colmillos se hacen lanzas
para triunfar en la guerra.
Con los huesos forjamos
insignias que señalan nuestro alto rango.
Así pues, hemos vencido al coloso.
Escuchen cómo suena nuestro grito de triunfo.
Qué lástima.
Ya se acabaron los gigantes.
Nunca habrá otro mamut sobre la tierra.
4
Mujer, no eres como yo
pero me haces falta.
Sin ti seria una cabeza sin tronco
o un tronco sin cabeza. No un árbol
sino una piedra rodante.
Y como representas la mitad que no tengo
y te envidio el poder de construir la vida en tu cuerpo,
diré: nació de mí, fue un desprendimiento:
debe quedar atada por un cordón umbilical invisible.
Tu fuerza me da miedo.
Debo someterte
como a las fieras tan temidas de ayer .
Hoy, gracias a mi crueldad y a mi astucia,
labran los campos, me transportan, me cuidan,
me dan su leche y hasta su piel y su carne.
Si no aceptas el yugo,
si queda aún como rescoldo una chispa
de aquellos tiempos en que eras reina de todo,
voy a situarte entre los demonios que he creado
para definir como El Mal cuanto se interponga
en mi camino hacia el poder absoluto.
José Emilio Pacheco.
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