sábado, 29 de mayo de 2010



El punto negro.

Quien al sol cara a cara ha llegado a mirar
cree ver ante sus ojos como el vuelo obstinado
de una mancha plomiza que descubre en el aire.
Y cuando era aún muy joven, y a la vez más audaz,
en la gloria un instante fijé osado la vista:
en mis ávidos ojos se imprimió un punto negro.
Desde entonces, en todo, como un signo de luto,
allí donde se posa mi mirada, compruebo
que se posa también esa mancha negruzca.
¿Siempre va a interponerse entre la dicha y yo?
Oh, es que sólo las águilas -¡ay de mí, ay de nosotros!-
pueden mirar impunes a la Gloria y al Sol.

Gérard de Nerval.

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