viernes, 10 de septiembre de 2010
Hudini.
El escapista.
Un mago no debería revelar sus trucos, pero te diré que no es tan difícil hacer surgir panes de un cesto si éste dispone de doble fondo, y que unos simples tablones, convenientemente situados bajo el agua, bastan para hacer creer a cualquier iluso que es posible caminar sobre la superficie de un lago. En cuanto a aquel hombre cuyos ojos sané, jamás en su miserable vida había estado ciego: se llamaba Hulellah y obtuvo una buena recompensa a cambio de hacer su papel... Ahora, escúchame bien: los soldados no van a clavarme al madero; en realidad, me amarrarán las muñecas con tendones de cerdo y untarán mis brazos con la sangre de algún animal: les he pagado veinte denarios a cada uno por participar en el engaño. Previamente, tú deberás haber depositado agua y víveres en el interior del sepulcro. Luego, una vez que me hayan dejado allí, harás rodar la piedra que cubre la entrada para que pueda escapar. Procura que nadie te vea. Y recuerda esto, José de Arimatea: deberás hacerlo antes del tercer día.
Manuel Moyano.
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Tomás hubo de meter la mano en la llaga del costado para creer que realmente era El Maestro.
ResponderEliminarSólo la fe mueve montañas.
Un afectuoso saludo.
Yo creo que carezco de fé. Después de ver las enormes barrabasadas cometidas por los hombres en nombre de la Fé. Creo más en la lucha constante de lo que es posible aunque difícil.
ResponderEliminarUn saludo.
Los que hicieron y hacen esas barrabasadas no tenían ni tienen, fe, amiga: tenían ambición, codicia, fanatismo. Y no es lo mismo.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.