viernes, 26 de marzo de 2010



La Marioneta.

Tras el accidente estrepitoso y fatal, la marioneta, que yacía inerte en mitad del asfalto, abrió los ojos y empezó a incorporarse con gran lentitud. Ya erguida, aunque en precario equilibrio, avanzó unos metros por la carretera, sorteando cadáveres, hasta alcanzar la mano muerta de su dueño, donde entrelazó cuidadosamente sus hilos de nylon. Acto seguido, cayó desvencijada al suelo, cerrando los ojos para siempre.

Javier Puche.

2 comentarios:

  1. Una lección de compromiso, un acto de sumisión, una muestra de afecto. Una entrañable marioneta, me inspira simpatía por su amor.
    He oído varios clips de audio de esa lucha por la libertad, hoy un poco olvidada -lo que está dando alas a los putrefactos, que incluso intentan procesar a un juez- y me he conmovido. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. El azar me ha traído a tu blog para descubrir deleitosamente que anda por aquí mi marioneta. Gracias y un saludo.

    ResponderEliminar