viernes, 5 de febrero de 2010

Gutiérrez Solana.



Espejo.

Soy plateado y exacto. No tengo preconceptos.
Cuanto veo, lo trago inmediatamente
tal cual es, sin empañar por amor o desagrado.
No soy cruel, sólo veraz:
Ojo de un pequeño dios, cuadrangular.
Casi todo el tiempo medito en la pared de enfrente.
Es rosada, con lunares. La he mirado tanto tiempo
que creo que es parte de mi corazón. Pero fluctúa.
Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas mentirosas, las bujías o la luna.
Veo su espalda y la reflejo fielmente.
Me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
Soy importante para ella. Viene y se va.
Todas las mañanas su cara reemplaza la oscuridad.
En mí ella ahogó a una muchachita y en mí una vieja
se alza hacia ella día tras día, como un pez feroz.

Sylvia Plath.

2 comentarios:

  1. El espejo es objetivo pero un poco frío; nosotros subjetivos pero reflejamos a los otros de un modo original y propio. Me gusta tu blog y lo siento como algo próximo. Hay algunos textos y poemas sin firmar; si fuesen míos los firmaría. Un afectuoso saludo.

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  2. Los espejos,en mi opinión, son un buen motivo de múltiples reflexiones filosóficas. Tienen ese atractivo de intentar ver más allá de su reflejo.

    Las firmas son sólo para esos grandes que saben hacer lo que a mí me gustaría saber o aproximarme...

    Gracias.

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